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Cómo siente la mente

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Cómo siente la mente 

cuando el Dios del universo 

se le acerca quedamente,

cuando el sol refleja sus encantos 

y la luna se presta en los amores.

 

Cuando en sueños se ve la luz 

del día, 

y al mirar brotar una semilla,

se refleja el mundo entero.

 

Cómo siente la mente 

cuando sabe que una gota de agua

no es igual a otra gota de agua

y un amor, nunca será igual a otro amor.

 

Cuando enmudecen los insectos

y el bosque con sus ramas se aquietan 

por temor al remezón.

 

Cómo siente la mente 

cuando auras boreales 

muestran el concierto silencioso 

y arreboles de colores 

adornan el atardecer. 

 

Cuando un manto blanco 

nos cubre la tierra mostrando 

el hechizo 

que marca las noches.

 

Cómo siente la mente 

cuando en primavera 

las aves inician de nuevo su vuelo 

y las flores crecen para darle vida 

a la madre virgen 

a la madre bella

que nos da el sustento “La naturaleza”. 

 

Cuando el mediodía 

refleja el verano y aquella cintura 

que es mitad del año,

con el sol entrando

besando la tierra y su piel 

cubriendo de amor y de encanto.

 

Cómo se siente la mente 

cuando vemos bosques 

cambiando colores 

vistiendo de gala 

celebrando todos el final del año 

y haciendo la cena que inspira el trabajo.

 

Cómo se siente la mente 

cuando el hombre bueno

regresa hacia el campo 

y los ríos vuelve sustento y encanto.

 

Cuando se unan todos

sin que nadie pueda 

de Dios y la naturaleza,

poder separarlos.  

Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur.
Imagen: Edgar Reascos. 

A la mujer y madre

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Fue mi madre una mujer 

con facultades.

La que en su vientre 

albergó a hombres y a mujeres.

Quien con su seno

alimentó 18 mundos.

La que mostró también 

su gran sabiduría 

ordenando uno a uno

sus retoños.

Asimismo es la mujer,

que en todo el mundo

desarrolla su intelecto

y su ternura,

para darle brillo así a la vida 

y a nuestro hombre forjarlo

como hierro

y en momentos de debilidad 

brindarle apoyo

y decirle,

que en la tierra nada es bello,

si no existiera el hombre 

y la mujer,

desde el vientre unidos 

hasta ahora.

Poema

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Cómo quisiera 

tenerte día y noche,

besar tus labios 

y acariciar tus manos, 

fundir tu piel 

sobre la mía

y derramar tu espíritu,

sobre mi corazón henchido.

Cómo quisiera dejar 

esos prejuicios 

de mujer madura 

y enamorada

como adolescente.

Cómo quisiera darte 

lo que jamás has obtenido,

ese amor sublime,

abnegado

y a la vez ardiente 

con esa entrega que 

se hace libremente 

y ese deseo de transportarte 

a las estrellas.

¡Oh amor! que 

en tan mal momento llegas 

por un camino sembrado 

de espinas y cosas bellas 

que al amanecer se cubre de rocío 

y al anochecer estira sus espinas 

punzando, al igual que el puerco 

espín a su enemigo. 

Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur. 
Imagen: Edgar Reascos. 

14 de febrero de 1977

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Hoy se cumplen 20 años 

del suplicio iniciado en Bogotá.

El sol se mostraba tímidamente

cuando las gentes, rodeaban la catedral.

Al mediodía el sol esplendoroso 

mostraba sus ribetes de oro y perla,

las multitudes esperaban ansiosas 

mi llegada a ese lugar.

Abrí al máximo los ojos,

luego los cerré con suavidad,

escuchando un hermoso concierto de suspiros

y al instante un solo grito que al unísono decía:

Sssí, si es la madre!

Un murmullo de amor todos sentían 

y mi aliento muy quieto se quedó.

Que bellas sensaciones se sentían,

de cada persona que semejaba 

una estrella en el lugar. 

Cuántas esperanzas se forjaban 

del enfermo y el aliviado 

esperando que impartiera 

mi fuerza vivificadora

en una pausa indefinida,

y con ella sus penas olvidar.

Exploré ávidamente alrededor

encontrando enfermos, desvalidos 

y ante todo espíritus sedientos de saber.

Fue una lucha con la prensa,

una larga pesadilla,

una lucha de mi esposo 

porque diera alivio a quien esperaba 

recibir mis vibraciones para salir curados 

y a los cuatro vientos gritar 

que Regina me ha sanado, que ahora

vivo sin dolores y siento gran felicidad.

Al púlpito pidió monseñor que me subiera

y, desde allí, observé las multitudes.

El pueblo enmudeció por un instante 

y mi fuerza descargó todos sus rayos 

curando al agonizante 

y dándole esperanza al corazón del pobre rico.

Hasta las columnas lloraban de alegría 

viendo el milagro de la resonancia,

en la misma frecuencia del pobre, del rico,

del blanco, del negro y todas las edades.

Sentí una dicha irresistible,

por un instante, creí tener la fuerza de otro mundo,

los gritos de júbilo resonaban en mi tímpano,

las gentes se veían gigantescas

y un hilo de luz, saturaba todo mi físico.

En un instante recorrí todo el universo

viendo la frescura del amor

y la sinceridad de un pueblo.

Fue allí, cuando sin saber porqué,

lo engendré a usted,

sembrando un jardín en el sol de mediodía.

El abono de odio de todos los medios,

y el gobierno en general,

hizo posible el milagro que ese árbol se creciera.

Las flores retoñaban cada día

pero algunas se caían dando campo al pisoteo

y otras entregando el dulce canto

que palpita en el encanto

y haciendo la multiplicación

cuántos hijos me abandonan,

pero jamás yo a ellos abandoné.

Muchos vuelven doloridos 

por saber que me han negado

pero las puertas siempre abre

ese gran amor de madre.

Hoy se cumplen 20 años de esa linda sensación,

cuando engendrara a mis hijos con una gran violación.

Hoy, después de veinte años por ese motivo,

estoy condenada,

pero triunfando e irradiando el amor

que tanto mis hijos añoran,

sintiendo que muy pocos se marchitan

y viendo florecer mi esplendorosa familia

que le dará la paz al mundo

y sin ningún egoísmo expandirán su calor,

su dicha y su esperanza a quien nada sabe de mí. 

Soy esa verdadera madre 

que aun, con hijos sordos, mudos, ciegos,

a sentir de nuevo el amor 

que un día sintieron por mí

y los que nunca me dejaron,

verán el premio llegar a su lado,

a su hogar y a su patria en general.

Santafé de Bogotá, D.C. 14 de febrero de 1997 

Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur. 
Imagen: Edgar Reascos.

Poema Revelación

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Vi a mi lado la otra noche 

un compañero gigante, 

muchos ojos me miraban 

el color resplandeciente 

al mirarlo sonreía 

y un sonido producía.

Era un árbol bien frondoso 

con naranjas deliciosas 

observando mi esperanza 

de alimentar al mundo entero.

Yo viajaba por las ramas 

y mil vueltas a cada naranja le daba. 

Como soles gigantescos se mostraban

y su jugo mi cabello acariciaba.

Una hoja cayó al suelo

y, al igual que la grama, 

cubrió lo seco.

Ese verde apareció en mis ojos 

y su raíz formaba mi cabello.

Luego un bosque apareció 

y sus ramas me mostró.

La humedad formó el rocío de mis ojos y las lianas

cubrían mis pestañas.

Una hermosa serenata me daban 

las diferentes especies 

de esa fauna; 

las revelaciones se hicieron presentes en mis 

manos, un mundo de recetas

colmaban el anhelo de tomarlas. 

Apareció a mi lado otro árbol 

y se presentó como el Nazareno 

“Soy la fuerza que da sangre 

a este terreno,

mi capa blanca cubre mi fondo magenta perfecto cual

la madre naturaleza, cuyo seno al mundo alimenta”. 

Al instante desfilaron los helechos,

“Ven te muestro la grandeza

de mi vida,

el color perfecto que armoniza 

con las aves y el secreto de tus letras”.

Una fuente de agua pura y cristalina

se mostraba como espejo

y una vasta variedad de frutos 

pasaban por mis manos 

brotando como encanto. 

Al mirar el dulzor de aquellos frutos,

miles de aves llegaron al instante;

cada una sonreía y mi cuerpo

besaban dulcemente.

No sentía temor a esas criaturas; 

sólo asombro al mirarles bien los ojos,

recorrer esos colores tan brillantes 

y el deseo de poder comunicarnos.

Llegan luego animales de todas las especies, nunca 

vistos

por hombres citadinos y 

tampoco campesinos;

¡Fue tan grande la dicha al encontrarnos,

que las ramas trataron de abrazarnos!

Una centella se sintió en aquel instante; 

todos vimos bajar de las alturas 

la figura de un ser resplandeciente;

y unas nubes de púrpura encendido 

formaron el trono sin igual,

para sentar al visitante.

Era inmensa la luz que él emanaba,

al instante la quietud, se puso quieta. 

Un sollozo de mi pecho yo sacaba 

y él sonrió sin decirme una palabra. 

Salieron las plantas, los 

animales marinos y terrestres,

al igual que las aves con todo su plumaje y besaban el

aroma que él emanaba.

No podía saber qué preguntarle 

y, una partícula de luz entró

en mi mente.

“No te afanes

que todo te lo he dicho

al mirar todas las fieras doblegadas 

y las plantas ofreciendo su esperanza!” 

“Hoy ya miras que en la tierra todo es único; que el

dolor es sentido porque quieren; 

que si guardas y gobiernas tu existencia,

nada malo le pasa al colectivo”.

El sol, la luna y las estrellas 

se asomaron tan brillantes y tan grandes como

nunca se sintieron.

Llega ahora otra vez esa sonrisa 

y esa chispa de luz encandecente,

tocó de nuevo otra célula de mi mente.

Son los mundos desconocidos 

por el hombre.

El científico, cree que sólo el es grande, 

pero hay criaturas más grandes 

que la tierra 

que no abren tumbas,

sino que forman cielos.

Ven te pido ¡Oh Dios! 

y no me dejes.

De rodillas me hinqué 

de amor henchida.

“No hagas eso”, me dijo con dulzura, 

“no doblegues tus rodillas ante nada”. 

“Seré tu oxigeno y el arco iris 

mostraré con amor 

en tus momentos de dolor.

Verás esferas moviendo el firmamento 

y un dulce canto aliviará tu aliento”.

“Serán tus fieles seguidores el encanto 

y el dulce néctar, el amor que sientes.

Verás la luz que al terminar el túnel resplandezca.

Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur.
Imagen: Edgar Reascos.

Tiempo de paz, tiempo de unión

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Cuando el año agoniza

y el tiempo se escurre 

suavemente, 

todos aman y abrazan a su

gente.

Todos quieren celebrar 

y de sus ojos la lluvia ven brotar. 

Todos sueñan viendo el nuevo

hijo

con alas volando y a las

estrellas, se ven remontando.

Su imaginación vibra con

esperanzas de buena voluntad 

y deseos de progresar.

Cada ser como una flor abre el

corazón

penetrando en las 

profundidades de su yo.

El ardor de su pasado lo vuelve 

humilde

cual hierba saliendo en el

desierto.

Es profundo saber qué lleva el

año …

Es igual que un ser en su

descanso y es tan fuerte,

que la luz del sol se opacaría.

Es volcán en erupción su

sabiduría.

Es la mente de toda la tierra 

que muere para dar cabida

a una nueva figura 1998. 

Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur. 
Imagen: Edgar Reascos. 

Mis dos amores

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Quisiste sacar el néctar de mi flor 

cuando apenas y tímidamente,

abría sus pétalos.

Posaste tus labios en los míos

y al instante una sensación 

recorrió mi cuerpo

y un sonido ineludible y penetrante

tocaba por encima de mi ropa 

esa parte aún impúbica 

de una rosa iniciando su esplendor.

Fue tan solo un beso

y mis pequeños senos aún en desarrollo 

querían salir de su blusa 

para ser alcanzados por el

néctar divino de su saliva en mí. 

Fue un instante,

fue un momento de locura, 

fue un ir a las estrellas,

un bajar en el océano

encontrando el esplendor

de un mundo mágico.

Fue la dicha de un cuerpo masculino 

y unos brazos corpulentos 

rodeando mi pequeña y fina figura,

fue una alarma sin usar 

y un pecado sin cometer 

que siempre hubiera querido 

cargar en mí. 

Cómo te amé ¡Oh! Juan del alma 

cómo mi inocencia recorrió en

esos instantes la pasión de mil mujeres 

supe de tu amor por mí

y la muerte llegó en tu delirio incesante

al tratar de alcanzar lo inalcanzable.

Pero, aun en mis sesenta años,

llevo en mí tu saliva,

el tacto de tus manos

y ese adiós con un abrazo

que nunca regresó,

pero jamás salió de mi pequeño envase.

Juan, eres de Dios y ahora, 

vives con Danny.

El, ¿tú sabes?

Me hizo sentir la misma sensación 

él introdujo su sangre y su espíritu 

en mi pequeño pero fortalecido cuerpo. 

Nuestra pasión colmó las ansias 

de amar que hay en el mundo.

Era sublime su adoración hacia mí

y mi amor con pasión y admiración

hacia él.

¿Sabes Juan? 

A Danny le amé hasta los momentos

de enojo que sin motivo dejaba 

en mis empleados.

Era un niño grande 

con sabiduría sin igual. 

Era el hombre que añoraba,

era el padre de mi hija,

era el bonachón y sabio 

era quien en sus brazos me elevaba

era el dios en la mañana 

y la pasión en los atardeceres 

era mi alegría en los paseos 

y mi consuelo en momentos de tristeza.

Fue mi compañero aquí en la tierra

fue la gloria de una 

mujer en agonía

y el sueño dorado de todas las mujeres.

Su agonía duró hasta después 

de mi secuestro 

y de allí el 9 de mayo,

salió para acompañarte

y darte cuenta del encanto 

que tuvimos aquí en la tierra.

La fuerza de los dos está,

y el anhelo de encontrarme vibrante

con los dos es permanente. 

Amo al uno porque sacó el perfume

por primera vez de mi primavera 

y al otro por abonar la tierra 

y sacar el fruto de amor 

y de dulzura que envuelve el deseo 

de un amor que nunca acaba. 

Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur. 
Imagen: Edgar Reascos. 

¡Oh política!

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Eres fuerza perdida en el desierto

cual tropa subiendo al firmamento,

eres fuerza vana y egoísta 

política que sólo acatas el momento.

Al elegir tus pulpos vagabundos 

te disfrazas de oro y esmeralda 

de pétalos de rosa.

Y al momento de la entrega sacas

tus espinas

y espantas al mísero inocente,

que encandilado,

con el brillo de tus frases 

llegó a la urna, y …

no vaciló en creerte.

Su esperanza la deshaces en segundos,

el puñal de la traición,

colocas sarcásticamente 

y al llegar la elección,

de nuevo imploras 

que su voto te den para empinarte.

Por esto desde mi curul le pido

a Dios que desde el cielo mira

no volverme política farsante 

que arremete contra el justo

y en su son al pueblo acaba.

Ruego a Dios benevolencia y fuerza

para darle al pueblo su terruño

y entregarle el pan, que arrebató 

el traidor

prometiendo educación, pavimentos

y salud

de lo que ni siquiera,

una molécula aportó.

¿Qué tú eres mi enemigo?

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Qué va. No eres más que un cobarde buscando destacarte por encima del complejo que entregan la envidia y el desespero, al no lograr lo que logran los demás.

Eres una fuerza destructora dentro de tus mismos linderos. Fuiste tú, quien sembró con tu odio esa red de mala suerte que ahora te cobija y no deja que la vida te entregue ningún premio.

No duermes pensando que mal puedes hacerle a aquél que trabaja y a los suyos alcanza.

No puedes ver la belleza en los colores por estar metido en la oscuridad de tus entrañas.

En el día no ves cómo resplandece el sol y cuando llueve lo bellas que se ponen las flores. En cambio, no duermes tratando de enhebrar todas tus fechorías que al final te sirven de trampa peligrosa para ti y tu familia.

Siempre ves en los demás lo que sucede en tu interior, ese deseo de fracaso; ese resentimiento por tu incapacidad, ese anhelo de subir muchas escalas a la vez, que te fatigan antes de llegar y doblegan tu interior.

Hoy te miro con tristeza y a la vez con gran placer. Porque fuiste tú, ese abono necesario en el vivir, porque fuiste como el Judas que hizo ver y conocer al Redentor. Porque hoy yo duermo bien, porque es clara hoy mi mente y el descanso me hizo libre y en la cárcel hoy yo vivo, pero tú en la calle encadenado morirás y la dicha de conciencia jamás alcanzarás.

Te quiere, 

Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur. 
Imagen: Carlos Yepes. 

Poema a la madre

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Eres triángulo y a la vez un trino

dentro de tu vientre formaste 

el mundo que a mi me corresponde.

 

¿Eres buena o eres mala?

No lo sé, sólo vengo a decirte

madre del alma, que hoy mi vida 

se llena de esperanzas.

 

Que tu fruto soy de flor y espinas

y a mi cuerpo llegó la materia 

de mi padre aquí en la tierra. 

 

Tantas veces te he visto llorar 

por mis problemas.

y tu dulce aliento encontré en mis penas.

 

De tus caricias y regaños

encuentro siempre un dulce tema 

y al caer siento tu mano cariñosa 

levantar mi ánimo 

así sea con tu mirada acusadora

pero llena de amor y dulce encanto.

 

Formaste un mundo simbiótico

y en ese ritual trajiste alegrías 

y tristezas a mi ser, llenándolo 

de aroma y gratitud al saberte eterna.

 

Cómo te amo MADRE MIA 

Cómo te amo y te he de decirlo cada día.

Porque aun con tu materia desvanecida 

sigo tus pasos y alimento al mundo.

 

Soy padre de tu trino.

Soy TU ¡Oh! Madre mía,

Soy ese hombre que en ti abonó

la tierra mía.

y soy YO que sin los dos, no existiría.

 

No se puede pensar en madres muertas

si yo vivo, mi mi madre sigue viva

y si muero, ella queda protegida.

Eres madre, el rocío que alimenta mis mañanas.

Ese manto que me cubre cada noche.

Eres alimento y eres fuerza jadeante

que como suave brisa me acaricia

y para defenderme, como violento huracán te tornas. 

Fuente: Cantos y poemas - Regina Liska Betancur.
Imagen: Edgar Reascos.